Lunes 28 de Febrero

El ser humano tiene también la capacidad de hacer cosas, de prolongarse en una obra, y también allí puede derramarse el Espíritu Santo para que lo vivamos de otra manera.
El Espíritu, que infunde dinamismo, también influye en nuestras actividades, en nuestro trabajo, en todo lo que hacemos, no sólo para que podamos hacerlo bien, sino para que esas actividades enriquezcan nuestra vida, para que no sean un peso o una simple obligación.
Es decir, el Espíritu Santo puede hacer que esas actividades tengan un sentido, un “para qué” profundo que nos permita hacerlas con interés, con cierto gusto, y que nos sintamos fecundos en esa actividad. Podemos hacer algo por necesidad, o “porque sí”, pero también podemos hacerlo como una ofrenda de amor al Señor, o como un acto de amor a los hermanos, a la Iglesia, a la sociedad, o podemos ofrecerlo al Señor por nuestra santificación, o pidiéndole algo que deseamos alcanzar, o uniéndonos con ternura a la Pasión de Cristo, etc.
Esto permite que no sólo nos sintamos bien cuando descansamos, sino también cuando trabajamos.

Domingo 27 de Febrero

El Espíritu Santo es Dios. Por eso podemos dirigirnos a él con estas hermosas palabras de los Salmos: “Señor, qué precioso es tu amor. Por eso los humanos se cobijan a la sombra de tus alas, se sacian con tu hermosura y calman la sed en el torrente de tus delicias” (Sal 36,8-9). “Dios mío, yo te busco, mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela como una tierra reseca y sedienta… Tu amor vale más que la vida, mis labios te adoran. Yo quiero bendecirte en mi vida y levantar mis manos en tu nombre. Y mi alma se empapará de delicias y te alabará mi boca con cantos jubilosos… Me lleno de alegría a la sombra de tus alas. Mi alma se aprieta contra ti, y tú me sostienes” (Sal 63,2-9). “Señor, en ti me cobijo, no dejes que me quede confundido. Recóbrame con tu amor, líbrame” (Sal 31,2). “Es bueno darte gracias, Señor, y cantar a tu nombre, anunciar tu amor por la mañana y tu fidelidad cada noche” (Sal 92,2-3).




Sábado 26 de Febrero

 «Sin el Espíritu Santo,  Dios queda lejos del mundo, Cristo pertenece al pasado,  el Evangelio son palabras muertas,  la Iglesia, una organización más,  la autoridad, una tiranía,  la misión, pura propaganda,  el culto, un simple recuerdo,  el obrar cristiano, una moral de esclavos. Con el Espíritu Santo,  Dios late en un mundo que se eleva  y gime en la infancia del Reino,  Cristo ha resucitado y vive hoy  el Evangelio es potencia de vida,  la Iglesia, comunión trinitaria,  la autoridad, servicio liberador,  la misión, permanente Pentecostés,  el culto, celebración y anticipo del Reino,  el obrar humano, realidad divina». 

Consejo mundial de las Iglesias, Uppsala 1968.